Como le presentasen unos nińos para que los tocase y bendijese, los discípulos reńían a los que venían a presentárselos. Lo que advirtiendo Jesús, lo llevó muy a mal, y les dijo: "Dejad que vengan a mí los nińos y no se lo estorbéis; porque de los que se asemejan a ellos es el reino de Dios. En verdad os digo que quien no recibiere como nińo inocente el reino de Dios, no entrará en él". Y estrechándolos entre sus brazos y poniendo sobre ellos las manos, los bendecía. (vv. 13-16)
Teofilacto
Después de habernos mostrado la malicia de los fariseos que tentaban a Cristo, nos muestra la mucha fe de las gentes, que creían que sólo con poner sus manos sobre los nińos que le ofrecían, Cristo los bendecía. "Como le presentasen unos nińos para que los tocase".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62, 4
Pero los discípulos en atención a la dignidad de Cristo, querían impedir que se los ofreciesen. "Los discípulos reńían a los que venían a presentárselos". El Seńor, sin embargo, les enseńa a tener cordura y reprimir el orgullo humano, y tomando a los nińos les ofrece el reino de Dios.
Orígenes, in Matthaeum, 7
Si cualquiera de los que profesan la doctrina de la Iglesia ve que alguien ofrece al Seńor a los que el mundo considera insensatos, innobles y enfermos, por lo cual son llamados nińos, no le prohiba que lo haga como si careciera de juicio al ofrecérselos al Salvador. Seguidamente, exhorta a sus discípulos, como hombres maduros que ya eran, a condescender con el bien de los nińos, de modo que se hagan nińos con ellos para captarse su voluntad: ya que El mismo, siendo Dios, se abajó haciéndose nińo. "Porque de los que se asemejan a ellos es el reino de Dios".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 62, 4
Porque el corazón del nińo está limpio de toda pasión, y así conviene que hagamos nosotros por la voluntad lo que ellos hacen por naturaleza.
Teofilacto
Por esto no dice de éstos es el reino de Dios, sino de los que se asemejan a ellos, es decir, de los que por su estudio y trabajo tienen la inocencia y sencillez que tienen los nińos por naturaleza. El nińo no odia, ni hace nada maliciosamente, no aborrece a su madre porque le corrija, y aunque le pongan vestidos humildes, los prefiere a los más ricos. Así el que vive según la virtud de su madre la Iglesia, no le antepone nada, ni aun la voluntad, que es la reina de todos. De aquí que dice el Seńor: "En verdad, os digo que quien no recibiere, como nińo, el reino de Dios, no encontrará en él".
Beda, in Marcum, 3, 40
Es decir, no podréis entrar en el reino de los cielos, si no tenéis la inocencia y pureza de ánimo del nińo. O bien: debemos recibir el reino de Dios, esto es, la doctrina del Evangelio como el nińo; porque el nińo, cuando aprende, no contradice ni se opone con discursos al que le enseńa, sino que recibe con fe lo que le enseńa, obedeciendo con temor. Así nosotros debemos recibir la palabra de Dios obedeciendo sencillamente y sin ninguna contradicción.
"Y estrechándolos entre sus brazos, y poniendo sobre ellos las manos, los bendecía".
Pseudo-Crisóstomo, vict. ant. e cat. in Marcum
Los abraza para bendecirlos, como alzando benignamente hasta su seno a su creatura, que se había apartado de El cayendo desde el principio. Pone sobre ellos las manos, expresando así la obra de su virtud divina, porque obra como Dios, aunque pone las manos conforme a las costumbres humanas, pues se había hecho hombre permaneciendo Dios.
Beda, in Marcum, 3, 40
Bendijo a los nińos abrazándolos para significar que los humildes de espíritu son dignos de su bendición, de su gracia y de su amor.