Otra vez el demonio lo llevó a la cumbre de un monte elevado, y le manifestó todos los reinos del mundo, y su gloria, y le dijo: "Todas estas cosas te daré, si postrándote me adoras". Entonces le dijo Jesús: "Retírate, Satanás, está escrito, pues, que adorarás al Seńor tu Dios, y sólo a El servirás". Entonces lo dejó el diablo y los ángeles se aproximaron prestándole auxilios. (vv. 8-11)
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
El diablo, vacilando en la segunda tentación, pasó a la tercera. Porque como Cristo había roto las redes de sus engańos y había pasado los límites de la vanagloria, le pone las redes de la avaricia. Por lo que dice: "Otra vez lo tomó el diablo y lo puso en la cumbre de un monte muy elevado", tan elevado que habiendo recorrido el diablo toda la tierra, no había encontrado otro más alto. Porque cuanto más alto fuese el monte, tanto mayor sería el espacio de tierra que se podría ver. De donde prosigue: "Y le manifestó todos los reinos del mundo y su gloria". Le manifestó esto así, no para que viese los reinos y sus ciudades, o sus pueblos, o su plata o su oro, sino las partes de la tierra en que residía cada reino o cada ciudad. Como si subiendo sobre un lugar elevado, te dijese con el dedo: Mira, allí está Roma o Alejandría, no indicándote que veas las mismas ciudades, sino las partes de la tierra en que se encuentran colocadas. Así el diablo podía mostrar a Cristo todos los lugares con el dedo y exponerle los honores y el estado de cada reino. Porque se dice mostrar también de lo que se expone para su inteligencia.
Orígenes, in Lucam, 30
No debe juzgarse que al manifestarle los reinos del mundo le hiciese ver, por ejemplo, los reinos de los persas, de los medos, de los hindúes, sino que le enseńó su reino; cómo reinaba en el mundo, es decir, cómo reina en unos por la lujuria, cómo en otros por la avaricia, etc.
Remigio
Llama la gloria de ellos al oro, la plata, las piedras preciosas y a los bienes temporales.
Rábano
El diablo manifestó estas cosas al Seńor, no porque él pudiese dilatar el espacio de su vista o enseńarle algo nuevo, sino porque quería hacer caer al Seńor en el deseo de las vanidades de la pompa mundana (que él tanto amaba) sugiriéndole con palabras y mostrándoselas como algo de buena apariencia y apetecible.
La glosa
Los que no ven como nosotros por el ojo de la concupiscencia, ven sin dificultad alguna las enfermedades, como los médicos.
San Jerónimo
Prosigue: Y le dijo: "Todo esto te daré". El arrogante y soberbio habla de jactancia. No podía darle todos los reinos del mundo, porque muchos santos varones fueron hechos reyes por Dios.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Todas las cosas que se hacen en el mundo por medio de la iniquidad (como por ejemplo, las riquezas adquiridas por medio del robo o del perjurio), las da el diablo. El demonio no puede dar las riquezas a quien quiere, sino a aquéllos que las quieren recibir de él.
Remigio
Debe admirarse también la locura del demonio. Le prometía dar los reinos de la tierra a quien da a sus fieles los reinos del cielo y la gloria mundana a quien es Seńor de la gloria celestial.
San Ambrosio, in Lucam, 4,11
Tiene la ambición un peligro doméstico. Para dominar a unos, primero les sirve, se inclina con el obsequio, para que se le conceda el honor, y mientras se propone ir más allá, se humilla más. De donde oportunamente ańade el diablo: "si postrándote me adoras".
La glosa
He aquí la antigua soberbia del diablo; así como al principio quiso hacerse igual a Dios, así ahora se propone usurparle el culto divino, diciendo: "si postrándote me adoras". Luego, el que ha de adorar al diablo, primero debe postrarse.
Prosigue: Entonces le dijo Jesús: "Retírate, Satanás".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
En cuyas palabras pone fin a la tentación del diablo para que no siga adelante tentándolo.
San Jerónimo
No son condenados con la misma sentencia San Pedro y Satanás. A San Pedro se le dice: "Apártate de mí, Satanás"; esto es, "sígueme, aunque eres opuesto a mi voluntad"; pero a éste le dice: "retírate, Satanás". Y no se le dice que detrás de mí, para que se entienda: "Vete al fuego eterno que preparado está para ti y para tus ángeles".
Remigio
O según otros ejemplos: "Retírate", esto es, "piensa y recuerda en cuánta gloria fuiste creado y en cuánta desgracia has caído".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Debe observarse que se cometió una grave injuria a Jesucristo cuando fue tentado por el demonio y éste le dijo: "Si eres Hijo de Dios arrójate al abismo". Pero no se turbó ni increpó a su enemigo, mas cuando el demonio le quiso usurpar el honor de ser Dios, indignado lo rechazó diciéndole: "Retírate, Satanás", para que nosotros aprendamos en El a sufrir las injurias de una manera digna, pero que no consintamos que lleguen ni aun al oído las injurias contra Dios. Porque es muy laudable que cada uno sufra con resignación las propias injurias, pero tolerar las injurias del Seńor es hasta impío.
San Jerónimo
Diciendo el diablo al Seńor: "Si postrándote me adoras", oye, por el contrario, que él es quien más bien debe adorarle como a su Seńor y Dios.
San Agustín, contra sermonem Arrianorum, 29
De donde prosigue: Está escrito, pues: "Sólo adorarás al Seńor tu Dios y sólo a El servirás". Nuestro único bien y nuestro Seńor es la Santísima Trinidad, a quien únicamente debemos con razón la servidumbre de nuestra piedad.
San Agustín, de civitate Dei, 10,1
Con el nombre de servidumbre se entiende el culto debido al Seńor. Nuestros expositores llaman latría al culto divino, cualquiera que sea el lugar de las Sagradas Escrituras, en donde encuentran la palabra servidumbre. Pero aquella servidumbre que se debe a los hombres, según lo que preceptúa el apóstol ( Tit 2,9), diciendo que los siervos deben estar sometidos a sus seńores, se traduce en griego por la palabra dulía, pero latría (o siempre, o con tanta frecuencia como casi siempre), se llama a la servidumbre que pertenece al culto de Dios 1.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
El diablo, pues, (como suele entenderse de una manera racional), no retrocedió como obedeciendo a un precepto, sino que la divinidad que resaltaba en Jesucristo y la del Espíritu Santo que resaltaba en El, fue quien separó de allí al diablo. De donde prosigue: "Entonces lo dejó solo el demonio". Lo que aprovecha para nuestro consuelo, porque el diablo no tienta a los hombres cuando quiere, sino cuando Dios se lo permite y si le permite que nos tiente poco a poco, es atendiendo a nuestra débil naturaleza.
San Agustín, de civitate Dei, 9,20
Después de la tentación, los santos ángeles, temibles a los espíritus infernales, servían al Seńor y en ello mismo se manifestaba a los demonios cuán grande fuese su poder. De donde prosigue: "Y he aquí que los ángeles se acercaron y le servían".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
No dijo, pues: "bajando los ángeles", para manifestar que siempre estaban con El en la tierra para su servicio. Pero, entonces se retiraron de El por orden de Dios, para que el diablo pudiese tentar a Cristo, no fuera que, viendo a los ángeles cerca de El, no se atreviese a aproximarse. No sabemos en qué forma le servían, si sanándolo de las enfermedades, si ayudándolo en la corrección de las almas o si ayudándolo a ahuyentar las tentaciones. Todas estas son las cosas que hace por medio de los ángeles, de modo que, cuando éstos lo hacen, parece que es El mismo quien lo hace. Sin embargo, debe saberse que no lo asistían por necesidad de limitado poder, sino en honra de su infinita potestad. No se dice que lo ayuden, sino que lo sirven.
San Gregorio Magno, homiliae in Evangelia, 15
En estas palabras se manifiesta la doble naturaleza de su persona, porque es hombre a quien el diablo tienta y El mismo es Dios a la vez, a quien los ángeles sirven.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum super Matthaeum, hom. 5
Ahora expliquemos brevemente qué significan las tentaciones de Cristo. El ayuno es la abstinencia de una cosa mala; el hambre es el deseo de la misma cosa mala; su uso es el pan. El que se habitúa con el pecado convierte la piedra en pan. Responda, pues, al demonio cuando lo tiente, diciendo: "Que no de sólo el uso de aquella cosa vive el hombre, sino de la observancia de los mandatos de Dios". Cuando alguno se engríe como si fuese santo, es como llevado al templo y cuando se crea que está en la cumbre de la santidad, entonces es cuando le coloca sobre el pináculo del templo y ésta es la tentación que sigue a la primera, porque la victoria de la tentación produce la vanagloria y es causa de jactancia. Pero advierte que Cristo ayunó voluntariamente. El diablo lo llevó al templo para que tú te consagres espontáneamente a la abstinencia, pero por ello no te creas que has llegado a la cumbre de la santidad. Huye del orgullo del corazón y no experimentarás tu ruina. La subida al monte es la marcha hacia las riquezas y la gloria de este mundo, como que desciende de la soberbia del corazón. Cuando quieras hacerte rico, lo cual equivale a subir al monte, empiezas a pensar en adquirir las riquezas y los honores y entonces el Príncipe de este mundo te manifiesta la gloria de su reino. En tercer lugar, te ofrece las causas para que, si las quieres seguir, le sirvas, menospreciando la justicia de Dios.
San Hilario, in Matthaeum, 3
Pero vencido por nosotros y aplastada la cabeza del diablo, se ve desde luego que con la ayuda de los ángeles y de nuestras virtudes no nos habrán de faltar los auxilios del cielo.
San Agustín, de consensu evangelistarum, 2,16
San Lucas, en verdad, no expone las tentaciones por este orden: de donde viene la duda acerca de cuál tentación fuese la primera; si le manifestó primero los reinos del mundo y después lo llevó al pináculo del templo, o viceversa. En nada afecta a la esencia, puesto que se sabe que todo esto se verificó.
Glosa
Pero lo que dice San Lucas parece más bien como historia y lo que dice San Mateo respecto de estas tentaciones, se refiere a las tentaciones que sufrió Adán.
Notas
1. El culto puede ser la latría, que se tributa sólo a Dios. En sentido estricto el culto sólo puede tributarse a Dios. En un sentido general se habla de culto de hiperdulía, que se tributa a la Virgen María y de mera dulía, a los ángeles y santos. Pero en estos casos no se trata de culto en sentido estricto sino más bien de devoción, la que ha de tener como fin último la gloria de Dios.