"Y así cuando haces limosna, no hagas tocar la trompeta delante de ti, como los hipócritas hacen en la Sinagoga y en las calles para ser honrados por los hombres. En verdad os digo, recibieron su galardón. Mas tú, cuando hagas limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que tu limosna sea en oculto; y tu Padre que ve en lo oculto, te premie". (vv. 2-4)
San Agustín, de sermone Domini,. 2, 2
El Seńor con estas palabras: "Cuidad que vuestra justicia no..." etc. ( Mt 6,1), comprende todas las obras buenas en general; pero ahora se explica por partes.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 13
Pone tres bienes fuertes, a saber: la limosna, el ayuno y la oración, contra tres males, en contraposición a los que nuestro Seńor quiso ser tentado. Pelea en favor nuestro contra la gula en el desierto, contra la avaricia en el monte y contra la vanagloria sobre el templo. La limosna que distribuye, es contraria a la avaricia que amontona, el ayuno es contrario a la gula porque es tu enemigo, la oración es contraria a la vanagloria, único mal que sale del bien, mientras que todos los otros males salen del mal, y por lo tanto no se destruye por medio de lo bueno, sino que más bien se fomenta. No puede haber, pues, un remedio mejor contra la vanagloria que la oración.
Ambrosiaster, Comm. in Tim 4,8
La misericordia y la piedad son el compendio de toda la disciplina cristiana, y por eso empieza por la limosna, diciendo: "Y así, cuando hagas limosna, no toques la trompeta delante de ti".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 12
Se entiende por trompeta toda acción o palabra con que se demuestra jactancia por alguna obra buena, como sucede cuando uno da limosna, fijándose en alguien que tenga delante, o cuando se lo dice a otro, o cuando se lo da a persona que pueda devolvérsela. Si no fuera por estas causas no lo haría, mas aun cuando lo hiciere en un lugar secreto, pero con el propósito de que aquello le sirva de alabanza, aún toca la trompeta.
San Agustín, de sermone Domini, 2, 2
Estas palabras: "No toques la trompeta delante de ti", se refieren a estas otras: "Cuidaos de no hacer vuestra justicia delante de los hombres".
San Jerónimo, commentarium in Matthaeum, 6
El que toca la trompeta cuando hace alguna limosna es un hipócrita, y por esto ańade: "Así como hacen los hipócritas".
Glosa
Quizás procuraban reunir al pueblo cuando hacían algo bueno para que todos fueran a ese espectáculo.
San Isidoro, etymilogia, 10
El nombre de hipócrita procede de aquella clase de hombres que entran en los espectáculos con la cara tapada, pintándola de diversos colores, con el fin de asemejarse a la persona que fingen y de la cual simulan el exterior, tomando delante del pueblo y de los juegos públicos, ora la máscara de hombre, ora la de mujer.
San Agustín, de sermone Domini, 2, 2
Así como los hipócritas (esto es, los simuladores), desempeńan el papel de otro (no es, pues, el que hace los oficios de Agamenón el verdadero Agamenón, sino el que lo remeda), así en las iglesias y en la vida humana, todo aquel que quiere aparentar lo que no es, se llama hipócrita. Simula ser justo y no lo prueba el que coloca todo su mérito en la alabanza de los hombres.
Glosa
Y por lo tanto, se refiere a los lugares públicos cuando dice: "En sinagogas y en las calles", y el fin que se propone cuando ańade: "Para ser honrado por los hombres".
San Gregorio Magno, Moralia, 31, 11
Debe saberse que hay algunos que tienen hábito de santificación, y sin embargo, no pueden alcanzar el mérito de la perfección. A éstos no se les puede considerar como incluidos en el número de los hipócritas, porque una cosa es pecar por fragilidad, y otra es pecar por astuta ficción.
San Agustín, de sermone Domini, 2,2
Los que pecan por simulación no recibirán el premio de Dios que ve sus corazones, sino el castigo de la falsedad. Y por esto ańade: "En verdad os digo recibieron su galardón".
San Jerónimo
No la recompensa de Dios, sino su recompensa. Fueron alabados por los hombres, por quienes ejercieron las virtudes.
San Agustín, de sermone Domini, 2, 2
Esto se refiere a aquello que dijo antes: "De otro modo no tendréis premio ante vuestro Padre celestial". Por lo tanto, no hagas limosna como otros la hacen, sino como debe hacerse, según se nos manda oportunamente, cuando Jesucristo dijo: "Mas tu, cuando haces limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha".
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 19,2
Esto se dice por sobreabundancia, como si dijese: Si es posible, que tú mismo lo ignores y que tus mismas manos desconozcan lo que haces, así debes practicarlo cuidadosamente.
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 13
Los Apóstoles interpretan este pasaje en el libro de los cánones, de este modo: la derecha es el pueblo cristiano, que está a la derecha de Jesucristo, y la izquierda es todo pueblo que está en la parte opuesta. Esto quiere decir que el cristiano (que es la derecha) no haga la limosna de modo que el infiel (que es la izquierda) lo vea.
San Agustín, de sermone Domini, 2,2
Parece inferirse de esta doctrina que ninguna culpa debe haber en querer agradar a los fieles y sin embargo se nos prohíbe fijar el fin de nuestras buenas obras en la alabanza de los hombres, sean quienes fueren. Si es para que vuestras obras, agradando a los hombres, los estimule a imitarlas, debéis practicarlas no sólo en presencia de los creyentes sino también de quienes no creen. Si con otros entiendes por izquierda al enemigo, y piensas que eso significa que no debe saber tu enemigo cuándo haces limosna, ten presente que el mismo Seńor sanó caritativamente a los hombres en presencia de los judíos. Además, ¿cómo puede eso concordar con el precepto que nos manda dar limosna aun a nuestro enemigo ( Prov 25,21): "Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer"? La tercera opinión es hasta ridícula, porque es la de aquellos que dicen que con el nombre de izquierda debe entenderse la mujer de cada uno, y como en los asuntos familiares las mujeres suelen estar más dedicadas a la administración del dinero, debe el marido ocultarlo cuando hace alguna limosna a algún pobre, para evitar las discusiones domésticas. Este precepto no se ha dado sólo para los hombres sino también para las mujeres. Cuando se manda ocultar la limosna ante la mujer propia, que según esto, significa la mano izquierda, ¿podremos decir también que cuando se manda esto mismo a la mujer, es porque el marido es también la mano izquierda de ella? Lo cual, si alguno lo estima como verídico, no considera que está mandado a los casados el ganarse mutuamente por medio de sus buenas costumbres, y que por ello no deben ocultarse sus buenas obras, como tampoco deben hacerse robos con el fin de agradar a Dios.
Sin embargo, si en alguna ocasión debe ocultarse alguna cosa, porque el otro no podría ver aquella buena obra con buenos ojos por efecto de su debilidad, no podemos decir que esto se hace de una manera ilícita. No parece, pues, que deba entenderse fácilmente a la mujer como la mano izquierda, porque en todo el capítulo no lo da a entender, ni tampoco se presenta ocasión en la cual deba llamarse izquierda. Lo que se ha culpado en los hipócritas (porque buscan las alabanzas de los hombres), esto es lo que se te prohíbe hacer. Por lo tanto, debe entenderse como izquierda la complacencia por la alabanza, y por derecha la intención de cumplir los preceptos divinos. Cuando el deseo de la alabanza humana se mezcla en la conciencia del que obra con el de dar la limosna, la conciencia de la derecha se hace izquierda. Ignore, pues, la izquierda, esto es, no se mezcle en tu conciencia el deseo de la humana alabanza. Nuestro Seńor prohíbe con mucha más razón que sólo la mano izquierda haga las buenas obras, que el que se mezcle en las acciones de la mano derecha. El fin que se propone cuando dijo esto, lo manifiesta cuando ańade: "Para que tu limosna sea en oculto", esto es, en la buena conciencia, la que no puede mostrarse ante los ojos humanos, ni tampoco manifestarse por medio de las palabras, porque entonces habría muchos que mentirían en muchas cosas. Tu propia conciencia te basta para obtener el premio, si esperas el premio de Aquel, que únicamente puede inspeccionar tu conciencia. Y esto es lo que ańade: "Y tu Padre que ve en lo oculto, te premiará". Muchos ejemplares latinos dicen: "Te premiará públicamente".
Pseudo-Crisóstomo, opus imperfectum in Matthaeum, hom. 13
Es imposible que Dios deje en la oscuridad la obra buena de un hombre. En esta vida la manifiesta y en la otra la glorifica, porque la gloria es de Dios. Así como el diablo manifiesta lo malo en todo aquello en que resalta el valor de su malicia. Con toda propiedad publica el Seńor toda obra buena en la otra vida, porque allí las obras buenas no son comunes a los buenos y a los malos. Y por lo tanto, aquel a quien Dios premia allí, es porque lo ha merecido con toda justicia. El premio de la justicia no se conoce en este mundo, porque aquí no sólo los buenos sino también los malos son ricos.
San Agustín, de sermone Domini, 2, 2
Pero en los ejemplares griegos, que son anteriores a los latinos, no encontramos la palabra palam.
San Juan Crisóstomo, homiliae in Matthaeum, hom. 19,2
Si quieres tener espectadores de las cosas que haces, helos aquí: no sólo los ángeles y arcángeles, sino también el mismo Dios del universo.